Tuesday, June 26, 2007

LOS CUATRO REINOS

CUARTA PARTE. MARES ROJOS (UNA ÚLTIMA ESPERANZA)

El sol da señales de su despertar, los soldados del Reino de Fuego, esperan en formación frente a la Fortaleza Principal del Reino de Piedra. El Comandante Supremo, se encontraba a la cabeza de la formación acompañado de sus guerreros de más alto rango. Esperaban con ansias el momento para atacar a la Piedra, sin piedad, sin pena alguna, con esa rabia que más que una estrategia de guerra era una oportunidad de acabar con el libertinaje y la falta de Fe de los amantes de las fantasías, era momento de enterrar las creencias de la igualdad y los ideales tribales. Una sociedad de mente perdida estaba a punto de acabar enterrada en el olvido.

El Primer Ministro del Reino de Piedras, tomó en sus manos el “Libro de Paz” predicó sus escritos juntó a su pueblo y salpicó plegarias a los Dioses Dueños del Mundo, intentó comunicarse con sus ancestros, pero todo fue en vano. Mientras el Primer Ministro trataba de evitar su realidad, uno de sus seguidores le dice: “El Reino de Fuego está esperándolo, sino sale cuando el sol esté puesto encima de la llanura, atacarán sin piedad nuestras vidas”. El Primer Ministro se toma el pecho y cae al suelo, su pulso se perdía lentamente, así como las esperanzas de su Reino. Su viejo corazón de piedra había cedido ante la presión de pasar de ser un rey a ser un esclavo de la lava maldita.

La llanura comienza a sentir los rayos del sol en su entorno, Leunam recibe la orden del Comandante Supremo y se dirige a la Entrada del Reino de Piedras, lanza un daga a la puerta del Reino para avisar sobre el final de su espera. El Comandante Supremo levanta su espada, las ansias se dejan sentir en la piel de los guerreros, el silencio adorna las planicies de la pradera, Leunam se dirige nuevamente a la formación de ataque, en ese momento las puertas gigantes del Reino de Piedra se abren, se ven salir los miembros de el Comité de Asesores del Primer Ministro, todos cabizbajos y con mirada de tristeza. El miembro más antiguo pide hablar con el Comandante del Fuego. Leunam lo observa detenidamente a sus ojos entiende de su tristeza, de su rabia e impotencia, pero como guerrero de mil batallas no podía sentir pena por el enemigo: “Ser esclavos es el precio a pagar por tus faltas”, pensó Leunam, éste alza su brazo derecho, con una seña de sus dedos, detiene la avanzada de los Soldados de Fuego. El Comandante Supremo, se acera a los Miembros del consejo, se da cuenta de inmediato que el Reino de los Pensadores estaba perdido, sentía los corazones de estos hombres en su mano, otra victoria para los “Perros Vivos”. El Comandante Supremo sede la palabra al Vocero del Ministerio de Piedra, este se arrodilla y con el corazón en la boca dice al Comandante: “Un Reino sin su Rey es un Reino de nadie, que esperanzas tendríamos de vivir sin la cabeza puesta sobre los hombros”. Los Miembros del Comité de Piedra, se arrodillan uno a uno ante el Comandante de Fuego, los soldados comenzaron a gritar, alabando sus dotes de maestros del miedo.

Entre gritos y emociones de los soldados de Fuego, se ve caer desde el cielo una lluvia de flechas provenientes del Bosque de las Sombras. Las flechas se ven arremeter contra lo soldados de Fuego, sus cuerpos comienzan a gritar de dolor y sin darse cuenta el Apocalipsis había llegado a sus vidas. Se escucha entrar a la llanura el ejército de Las Flores, con arcos, lanzas y mucha pólvora, se dirigen montados sobre rinocerontes y elefantes hasta la planicie de la llanura. El Comandante Supremo, levanta su espada y se dirige a batallar a las Flores, pide a Leunam que se quede vigilando a los del Reino de las Piedras, la estrategia de guerra había cambiado sin previo aviso, ahora enfrentaban a una nación de lucha, con muchas armas y batallones, un reino en llamas en medio del frío de las piedras y la belleza de las flores. El Comandante Supremo comienza a luchar junto a sus soldados, enfrenta la furia del Reino Místico entre golpes de espadas y cuchilladas, se va convirtiendo la pradera en un mar rojo, desde el bosque siguen saliendo más soldados, meciéndose en las ramas de los árboles como monos llenos de ira.

Leunam deja su guardia para intentar ayudar a su gente, unos soldados del Reino de las Flores se acercan hacia él, comienza una lucha que nombre la muerte, uno de los Soldados de las Flores va directo a atacar a Leunam por la espalda, toma una cuchilla y se la dispone a clavar, en ese momento el más viejo de los Miembros del Reino de las Piedras salta hacia el atacante y lo golpea con una roca en la cabeza, Leunam voltea sorprendido, había vencido a los hombres con la ayuda de uno de los pensadores. El lánguido anciano, agotó su último soplo de vida en salvar a su enemigo, Leunam junto a los demás miembros del comité lo llevan hacia la entrada del Reino de Piedras, el viejo pide que lo dejen allí, Leunam le pregunta que porque lo salvó, éste le dice con voz agónica: “Hoy dejé a un lado el pasado y comencé a vivir el presente, en otro lugar y seguro con otro principio”. Leunam despide al caído con un grito al cielo, le dice a los Miembros del Comité de Piedra que entren a su Reino y cierren las puertas, era hora de entender el presente de la Tierra, tres naciones en guerra y mucha sangre derramada sin sentido.

La noche toma el control de la llanura, sólo se escuchan los lamentos de los soldados de ambos Reinos, el Comandante Supremo, herido, mal oliente y sin aliento, es llevado de brazos a las entrañas del Bosque de las Sombras, allí lo esperaban los Soberanos de Las Flores, sentados en sus tronos le hicieron un juicio sin palabras, con sólo señalarlo prepararon su destino, el Comandante dijo a sus captores: “No entiendo su presencia en mí guerra, que la furia del fuego caiga sobre todos ustedes”. Uno de los Soberanos contesta: "Para los que amamos la vida, no existen las nombradas guerras justas". Luego una lanza atravesó el cuerpo del Comandante dejándolo tendido en medio de la nada. Esta guerra sin sentido había llegado a su fin.

Leunam, desesperado buscaba entre los cuerpos que yacían en el suelo a su Comandante, cuando se dio cuenta que era el único de su especie en haber sobrevivido a la masacre, puso su vista hacia el Reino de Piedra, corrió hacia su entrada tratando de alcanzar su última esperanza, cunado se fue acercando las puertas se fueron abriendo, éste adolorido intentó acelerar el paso, hasta que desde unos arbustos le llegó a su humanidad una espada, sus dos filos se clavaron en el cuerpo del Guardia de Fuego, con ojos llorosos había regresado Naoj desde la Ciudad de Shore, sin sueños, sin salida, no entendía la situación, sólo veía muerte por todo su alrededor. Naoj empalmó su espada mientras Leunam pedía clemencia y le dijo: “Hoy mi vida la salvó un hombre de Piedra, ahora mi muerte está en las manos de otro hombre de Piedra, con sus mismo ideales, sus mismos deseos de morir y volver a empezar en otro lugar de la Tierra”. Naoj, tomo en sus brazos a Leunam y se lo llevó hacia su Reino, cuando se cerraron las puertas, Naoj dejó el cuerpo de Leunam en manos de los Ministros y les pidió que lo sananran, luego miró a las estrellas y le dijo a sus adentros: “Espero que mañana mi mente pueda entender el significado de lo que es soñar”.


FIN

Tuesday, June 12, 2007

LOS CUATRO REINOS

TERCERA PARTE. MAREA ALTA

La noche parece eterna. El Primer Ministro del Reino de Piedra, reúne en comité secreto a sus asesores, es momento de rendirse o de morir, una paradoja muy grande para quienes se conforman con beber de la mano de los Dioses y luego sentarse a esperar que el tiempo mate sus recuerdos. El Primer Ministro con lágrimas de en sus ojos dice a sus asesores: “Hemos enviado a la muerte a la única persona de nuestro Reino que puede salvarnos, esperemos hermanos, esperemos que la esperanza de nuestros corazones no se manche con el néctar de la flor del olvido”. Segundos después de terminada su charla, entró uno de sus más cercanos sirvientes y le habló a su oído, el Primer Ministro se frota la cara y con voz de miedo confirma sus hipótesis: “Estamos perdidos, han enviado soldados de fuego detrás de Naoj… Estamos muertos”.

El río se hace más fuerte cada vez, el viejo tronco no aguantará mucho el constante azote, Naoj trata desesperadamente de llevar su retorcida embarcación a la orilla, pero el río se va abriendo ya que sus causes están por desembocar en el mar. Naoj pierde los trozos de madera que le servían de remos, era inevitable su entrada al peligroso Mar de los Lamentos. El tronco sede ante el río arrojando con fuerzas hacia el Mar al visionario inventor, sus hazañas no lo iban a ayudar a sobrevivir de esta, pensó Naoj, hasta que vio a lo lejos una pequeña ciudad en medio del Mar de los Lamentos. Era la Ciudad de El Shore, capital del Reino más poderoso y prominente de la Tierra, el Reino de las Olas.

Luego de unas horas, Leunam regresó al campamento del Reino de Fuego. “Señor, el emisario ha muerto, desapareció en el río que lleva al Mar de los Lamentos, si sus ideas de los de Piedra eran aliarse al Reino de Las Flores, han fracasado ya que el emisario mató a uno de sus soldados” . El Comandante Supremo sonríe y da dos palmadas en la espaldas a Leunam, lo mira y le dice: “ Has visto el cuerpo… No sabes de que es capaz un hombre que está a punto de perder su libertad”.

Naoj nadó hacia la Ciudad de El Shore, mientras movía sus brazos pensó en los años que vivió en esa Ciudad, eran otros tiempos, era la época de la libertad, cuando los Reinos de Piedra y el de las Olas vivían en armonía bajo una misma visión de vida: “La unión hace crecer la Esperanza, hace crecer a la Tierra”. Hasta que los del Reino de Piedra decidieron vivir por sus ideales y pregonar la fantasía en vez de vivir la realidad. Al momento de tocar una de las columnas que sostenían la Ciudad, Naoj pensó en buscar ayuda entre sus conocidos y antiguos seguidores de la Doctrina Naojiana y subió su mente por unas escaleras llenas de lama que cubrían la parte más oscura de la Ciudad. Naoj caminó hacia la vieja cámara de estudios, allí estarían Aras y Ymo dos de sus Fieles creyentes, eran las encargadas de mantener vivo su legado de leyendas e historias del humano que venció al Dios Mudo con su espada de dos filos, aquel que batalló con el viento y las estrellas. La parte Oscura de la Ciudad era la zona de los obreros y mercaderes, el Reino de las Olas dominaba la mayor parte de las minas de Li-O el mineral más preciado de la tierra, esta Ciudad descansaba arriba de la mina más grande, por eso la mayoría de sus habitantes eran obreros del Reino. Noaj corrió hacia las afueras de la zona obrera y buscaba llegar a la cámara de estudios especializados, cuando veía que la noche se despedía, pensaba que su gente tenía una esperanza, una razón para seguir viviendo.

Cuando llegó a las afueras, se dio cuenta que la Ciudad había cambiado, una verde muerto colmaba todos los rincones, miró a todos lados y sólo veía obreros contando historias alrededor de fogatas, bebían y reían, ya la Ciudad de Shore sólo era un puerto de transporte del Li-O, cuanto ha crecido este Reino, que dejan detrás su historia, su cultura perderse entre escombros y maquinarías de trabajo. Naoj, miró a la luna, entendió su existencia, la razón por la que llegó al mundo y por la que lo marcaron como un mensajero de la libertad.


CONTINUARÁ

Tuesday, June 05, 2007

LOS CUATRO REINOS

SEGUNDA PARTE. UNA ESPERANZA QUE SE MUERE

La luna, tendida y sin riesgo a ser manchada con sangre, vaga en forma de luz por todos los rincones del bosque de las sombras, mientras Naoj se monta en su caballo y rápidamente comienza a correr de forma desesperada.

Triste y con dolor en las venas unas mil almas se escuchan por todo lo largo del bosque, con llantos que llama la muerte por su nombre, transformando cada hoja, cada raíz en un arma letal, haciendo que un mundo vegetal se lance en contra del desesperado inventor. Las ramas de un árbol golpean con fuerzas la humanidad de Naoj, éste perdido en incongruencias, se levanta del suelo mientras ve su caballo perderse en la oscuridad. Cuando se propuso seguir corriendo, unas raíces los detuvieron, dejándolo clavado, inamovible, sentía que era su fin.

El campamento de los soldados del Reino de Fuego, parece tranquilo ante los ojos de sus enemigos, no se escucha un suspiro, ni un susurro perdido. El Comandante Todo Poderoso, mira a su Lugar Teniente y le dice: “Ya le dimos unas horas de ventaja al emisario de las Piedras, toma unos hombres y síguelo por el bosque de las sombras, trata de ver que se trama el Primer Ministro al enviar a esa alma perdida a la boca de los caníbales aldeanos del Reino de las Flores”. El Lugar Teniente ordena a dos soldados acompañarlo a capturar al enviado de las Piedras. EL Comandante Todo Poderoso, alza su puño y con ojos de furia, le dice a su Lugar Teniente: “Leunam no me vayas a fallar”. Leunam le contesta: “No señor, esta tierra será nuestra, de nuestros hijos, de nuestras vidas”.

Naoj toma su espada de dos filos y se logra liberar de las raíces, corre a esconderse mientras las ramas de los árboles y plantas los siguen a cada espacio donde éste se mueve. La espada de dos filos, se convirtió de repente en un escudo que no dejaba que ninguna planta se acercara. Desesperado corría hacia encontrar un lugar donde los árboles no lo siguieran y como si fuera poco, comienzan escucharse pisadas humanas por todo el camino que tomaba. Estoy perdido, pensó Naoj, hasta que se encontró con el río que partía en dos al bosque de sombras. Cortó la base de un tronco muerto y lo lanzó al río, unos trozos de madera simularon unos remos y así dejándose llevar por la corriente, fue logrando dejar atrás la amenaza de las armas en forma de plantas. Mientras el tronco se alejaba, se vieron llegar a la orilla los soldados del Reino de las Flores, estos furiosos tomaron sus arcos y lanzaron flechas hacia él, pero ya no estaba a su alcance, Naoj se había salvado, aunque en realidad no le importaba mucho ya que su misión era salvar a su pueblo y les había fallado, porque tratando de defender su vida enterró la esperanza de su gente.


CONTINUARÁ